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En la época de la revolución informática y del desarrollo de los medios de comunicación en que vivimos, el desarrollo del conocimiento de las destrezas básicas de lectura y escritura para la población adulta parecen ser preocupaciones del pasado.
Sin embargo a escala mundial, uno de cada cinco adultos no sabe leer ni escribir (UNESCO, 2011a). Organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha impulsado proyectos como el Decenio de las Naciones Unidad de la Alfabetización (2003-2012) con el propósito de coordinar y brindar apoyo en las iniciativas de educación y alfabetización a nivel global. (UNESCO, 2011b)
Entre sus objetivos, la UNESCO no se propone un modelo específico o único de alfabetización. Sobre ello se ha pronunciado:
“El concepto de persona alfabetizada y analfabeta ha evolucionado mucho con el tiempo, lo que ha tenido consecuencias tanto para las políticas [públicas] como para los programas [de educación y alfabetización] . En las sociedades contemporáneas, los usos de la alfabetización están cambiando aceleradamente, en respuesta a las amplias transformaciones sociales, económicas y tecnológicas.” (UNESCO, 2011c)
Definición del concepto: una aproximación
En 1962, un Comité Internacional de Expertos sobre Alfabetización adoptó la siguiente definición:
<<Se considera alfabetizada a la persona que posee los conocimientos teóricos y prácticos fundamentales que le permiten emprender aquellas actividades en que la alfabetización es necesaria para la actuación eficaz en su grupo y comunidad, y que posee un dominio suficiente de la lectura, escritura y aritmética como para seguir utilizando los conocimientos adquiridos al servicio de su propio desarrollo y del de la comunidad>>”. (UNESCO, 1965, p.7)
Al momento de la fundación de la UNESCO (1945), se concebía la alfabetización como un medio para lograr el desarrollo social y económico. Sin embargo, de la misma manera en que el buen razonamiento no está condicionado al dominio de la lecto-escritura, hoy en día se considera que no existe una relación causal entre educación y desarrollo.
La UNESCO plantea que en los proyectos de alfabetización, se tienen que considerar el arraigo de las prácticas de escritura y lectura dentro de las costumbres y dinámicas sociales. De no estar arraigadas las prácticas de lectura y escritura, se debe fomentar su integración en las prácticas cotidianas que fomenten su práctica y uso, para que los programas de alfabetización logren una adaptación de carácter “orgánico”. Este concepto de campañas de instrucción en las destrezas de lecto-escritura y acondicionamiento social para que se adopten estas destrezas como una costumbre social significativa, se conoce como alfabetización social (CONFINTEA V, 1997).
Alfabetización en Puerto Rico. Algunos antecedentes
La alta tasa de analfabetismo existente en Puerto Rico a comienzos del siglo XX, impuso grandes retos en los proyectos de desarrollo social y económico de la isla. Según el Censo de 1899, de la población mayor de edad tan sólo 23% fueron agrupados en la categoría de “saben leer” (Departamento de la Guerra, 1900, p. 82). Una de las primeras iniciativas para combatir el analfabetismo fue la fundación de la Escuela Normal Insular, con la intención de formar maestros para el sistema de instrucción pública. La Escuela Normal Insular posteriormente mudó sus facilidades a San Juan y en 1903 se fundó como la Universidad de Puerto Rico. (UPR, 2011)
La Constitución de Puerto Rico dispuso en su Sección V. el derecho de toda persona a la educación, como medio para fomentar el desarrollo de la personalidad, de los derechos y las libertades personales. Bajo este principio, es que se le da la encomienda al Estado de asegurar la existencia de un sistema de instrucción pública libre de costos, hasta donde los recursos del Estado lo permitan. Sin embargo, la Constitución deja claro que la responsabilidad del Estado de proveer la educación de forma obligatoria y libre de costos se refiere específicamente a la educación primaria (Serrano, 1997, p. 728). Este principio, contenido en la Constitución de Puerto Rico, se adoptó del Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por la Organización de Naciones Unidas. (ONU, 1948)
La última información disponible sobre alfabetización en Puerto Rico fue publicada por un Censo de Población realizado en 1990. Este reflejó que el 89.6% de la población mayor de 18 años, contestó saber leer y escribir (Negociado del Censo, 1992. p.71). Desde entonces el Censo no ha producido datos sobre la alfabetización en Puerto Rico.
Alfabetización en Puerto Rico: situación actual
Recientemente el Instituto de Estadísticas publicó la Encuesta de Alfabetización 2010, donde se atiende el vacío de información por los pasados 20 años sobre la situación de alfabetización adulta.
En ésta se revela que para 2010 la población adulta en Puerto Rico contaba con una tasa general de alfabetización de 92%, donde las mujeres representaron una tasa de alfabetismo mayor a la de los hombres (92.5% y 91.4 respectivamente).
Otro de los hallazgos llamativos es que a menor la edad de los grupos poblacionales, mayor la tasa de alfabetización. De esta manera al ver los polos de los grupos de edad, el grupo de 18 a 34 años mostró una tasa de 97.3%, en comparación con el grupo de 55 años o más que demostró la tasa más baja, con 86.5% (Disdier, Pesante & Marazzi, 2012, pp. 23).
Tecnología de información y la población de mayor edad
De la Encuesta de Alfabetización 2010 me llamó la atención la Figura 23 Frecuencia con la que leen documentos en la computadora. De todos los análisis este reflejó la diferencia más marcada en la respuesta rendida por los distintos grupos de edad. El 68.3% del grupo de 18 a 34 años respondió llevar a cabo lecturas en computadora una o más veces en semana, mientras al otro extremo el 8.6% del grupo de 55 años o más respondió afirmativamente a la misma pregunta (Disdier, et. al., 2012, pp. 29-30). Este grupo de 55 años o más, según los datos del Censo 2010 corresponden a 983,682 personas (26% de la población total o 35% de la población adulta, mayor de 18 años) en Puerto Rico. Esto me obliga a formularme algunas preguntas: esta baja frecuencia de lectura de documentos en computadora de los grupos de edad mayor ¿se debe a falta de acceso a la tecnología de información, falta de interés, falta de necesidad o falta de alfabetización digital?
Algunos estudios como el Residential Technology Assessment Results de Connect Puerto Rico identifica que la posesión de computadoras en el hogar para el grupo de 55 años o más fluctúa entre el 20% al 38%, y su acceso a Internet varia de 19% a 43% (Connect Puerto Rico, 2010, pp. 88-89). De la encuesta conducida por Connect PR se desprende que aquellos entrevistados que no cuentan con computadoras en el hogar justificaron la razón para ello: el no tener necesidad de ellas, no conocer cómo utilizarlas o considerar que son equipos caros (p. 96).
El grupo de edad 55 años o más, cuenta con una tasa de 13.5% de analfabetismo. Tan solo un 8.6% de este grupo que lleva a cabo lecturas en computadora con frecuencia semanal. ¿Cómo se explican estas características para este grupo poblacional? Independientemente de la respuesta, estos datos representan dos obstáculos que pueden implicar cierto rezago de este grupo en su acceso a la educación y en el manejo de las tecnologías de información.
La demógrafa Judith Rodríguez llama la atención sobre los retos y algunos de los problemas de exclusión social que experimenta la población envejeciente (60 años o más) (Figueroa, Rivera & Rodríguez, 2012, pp. 62, 68). Es en esta población donde se agrupa la mayoría de los pertenecientes al grupo de edad de referencia (o sea de 55 años o más) en la Encuesta de Alfabetización.
En cuanto a lo que a alfabetización digital respecta, académicos como Wong y otros plantean que la limitación al acceso a las computadoras o el internet puede entenderse como una exclusión a las actividades de creación, almacenaje, distribución y utilización de información; así como en el trabajo, el aprendizaje, en la interacción con otras personas y en el entretenimiento. Lo que resulta llamativo y preocupante, particularmente en el contexto contemporáneo de la sociedad del conocimiento (Wong, Kwong, Chu & Yee, 2009).
Reconociendo el crecimiento de la proporción del grupo del grupo de edad de 55 o más en la población de Puerto Rico (26% de la población total o 35% de la población mayor de 18 años), y el creciente envejecimiento de la población, hay que considerar la alfabetización, tanto tradicional como digital, como una tarea social apremiante.
Bailey y Ngwenyama en el contexto de su investigación han identificado el éxito de proyectos de capacitación digital, allí donde se fomentó la integración y formación intergeneracional. Estos han demostrado un impacto positivo tanto en sus comunidades, a la vez que ha promovido la inclusión social (p. 77, 2010).
Los autores previamente citados destacan en su estudio realizado en Jamaica, como iniciativas de alfabetización digital intergeneracional generan cohesión comunitaria al dar oportunidad de miembros de la población de jóvenes y envejecientes interactuar e intercambiar sobre aspectos culturales, sociales y de salud. Oportunidad para cerrar la brecha generacional, que de otra manera no se hubiese dado por las diferencias de intereses y dinámicas que caracterizan a cada grupo (Bailey & Ngwenyama , pp. 75-77).
De lo anterior resalto la importancia de conectar a los protagonistas del pasado, con los recursos de comunicación e información del futuro. A la vez que damos la oportunidad a los jóvenes romper con los estereotipos de los viejos, y de aprovechar su experiencia y su rol en la edificación de la sociedad en que vivimos. Al fin y al cabo, es la experiencia y el contexto la que nos ayuda a dar sentido y mejor comprensión a la información.
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